18 de febrero de 2012
Un año despues...
Hoy se cumple un año de la caída del techo de NPB, como
recuerdo rescato un articulo en el que dos de nuestros compañeros relatan lo
que pasaron aquel viernes 18 a las 13:30 en la sección de maquina.
Los que trabajamos
allí sabemos que ese día ocurrió algo especial en la fabrica, no solo que se
cayera el techo, si no el hecho de que nadie sufriera daños cuando se podía
haber convertido en le accidente laboral mas grave de la provincia en los
últimos años. Gracias a la casualidad, o al Cristo de las Roturas, o al Arcángel
de las Bayetas, o lo que sea no fue así y hay que brindar por
ello.
¡FELIZ CUMPLEAÑOS! al Turno C y en especial a Martin,
Chuchi, Ivan, Gerardo, Emilio y a todos los que vivieron el accidente de cerca
porque aquel día volvieron a nacer.
TORRELAVEGA
«El viernes volvimos a nacer»
20.02.11 - 00:00 - M. CERRO / J. I. ARMINIO | TORRELAVEGA.
Iván Aguirre y Gerardo Gómez vivieron de cerca el desplome
del techo de Papelera de Besaya.
Una gran nube de polvo les separó y pasaron unos instantes
de angustia porque se temieron lo peor.
Todavía tienen un nudo en el estómago y les cuesta dormir.
Pasan las horas y cada vez son más conscientes de que el viernes, día 18 de
febrero, a la una y media de la tarde, volvieron a nacer. Iván Aguirre y
Gerardo Gómez, jóvenes de Torrelavega, son los que estuvieron más cerca de lo
que pudo ser una gran tragedia tras desplomarse la cubierta de su fábrica,
Nueva Papelera de Besaya. Faltaba poco para que les dieran el relevo otros
compañeros y estaban trabajando en la máquina principal cuando 900 metros
cuadrados del tejado se vinieron abajo. Hablan de un estruendo «difícil de
explicar», de una «turbina de aire» que levantó una gran nube de polvo, de cómo
se perdieron en ella y, emocionados, de cómo se temieron lo peor durante unos
instantes que fueron interminables. «Me tiré al suelo con las manos sobre la
cabeza. Vi como Gerardo desapareció en la nube de polvo y pensé en lo peor». Lo
mismo le sucedió a su compañero. «Se iba abriendo una claridad en el techo y
una nube de polvo avanzaba hacia mi. Fue como lo de las Torres Gemelas. En un
instante, Iván desapareció».
Cuando dejaron de caer los enormes bloques de hormigón,
empezaron a vocear, se rencontraron y de la angustia pasaron al alivio que les
supuso verse a salvo, aunque cubiertos de polvo. «Avancé sin ver nada y me lo
encontré de frente. No sabíamos que había pasado y buscamos rápido una salida»,
relata Gerardo. Pero la alegría fue aún mayor al comprobar que el resto de
compañeros que podían haber resultado heridos -en la máquina suelen trabajar
seis personas- estaban bien. No faltaba nadie. «Fue un momento de gran
satisfacción», dice Iván recordando ayer lo sucedido en las inmediaciones de la
fábrica, a la que todavía no se puede acceder. Tras comprobar que no había
heridos, el siguiente paso fue tranquilizar a la familia. Gerardo le pidió el
teléfono a un compañero para llamar a los suyos. Iván hizo lo propio, aunque su
padre se personó en la fábrica porque no termina de creerse que estaba bien. Él
también escuchó el estruendo del desplome del techo cuando trabajaba en una
huerta cercana. Respiró tranquilo al verle en persona.
Otro cumpleaños
Lo del viernes no es fácil de olvidar. Lo primero que se
preguntaron ayer cuando se volvieron a ver es qué tal habían dormido. Ambos
coincidieron en su respuesta. La inquietud y el nerviosismo apenas les dejó
conciliar el sueño. «No te acabas de creer lo que te ha pasado, estuve muy
cerca. El 18 de febrero será otro cumpleaños a celebrar», confesó Gerardo.
«Todavía recuerdo cuando fui corriendo a dar la orden de que cortaran el vapor
y me paré pensando que para qué, que esta vez no íbamos a poder levantar la
empresa», dijo Iván, tras añadir que el destino está marcado: «Una vez caí
desde una altura de cinco metros porque el dumper que conducía se quedó sin
frenos y, en otra ocasión, una pala excavadora me lanzó a quince metros al
golpearme con el cazo. Y ahora esto».
Lo que jamás pensaron los trabajadores de Nueva Papelera de
Besaya es que se iba a caer el techo de la empresa. «Los más viejos siempre
bromeaban diciendo que era el mejor sitio en caso de guerra, un búnker en el
que nos encerramos el año pasado durante casi una semana con toda
tranquilidad». Eso sí, reconocen que alguna vez habían visto caer pequeños cascotes
por las juntas de dilatación.
Fuertes vibraciones
Como posibles causas de lo sucedido, hablan de las fuertes
vibraciones que produce la máquina y de la condensación de agua que se produce
como consecuencia de la diferencia de temperatura entre el interior y el
exterior de la nave, especialmente en invierno. «Siempre estaba goteando.
Estuvo un año sin funcionar y dicen que los hormigones también enferman con las
humedades», explicó Gerardo.
Pablo Martínez, David Terán y Diego Gómez entraban a darles
el relevo de las dos de la tarde. «Estaba aparcando el coche cuando los vi
salir corriendo sin saber que estaba pasando», recordó Pablo. Que era fruto de
un incendio es lo que pensó David cuando circulaba por la autovía y vio salir
humo del techo. Diego también se asustó: «Vi salir a mis compañeros con caras
largas, como de pena, y alguno llorando».
Fue un milagro. Se desploma el techo de la fábrica en medio
de un relevo y ningún trabajador resulta herido. Tardarán en olvidar el 18 de
febrero de 2011.
1 de febrero de 2012
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